Temporadas largas de lluvias y sequías, cambios extremos de clima, huracanes, incendios, inundaciones y demás fenómenos meteorológicos, se han convertido en nuestra cotidianidad. Y todo esto, sin nombrar el colapso de corrientes atlánticas, el aumento de la temperatura de los océanos, el derretimiento de los polos, la destrucción del Amazonas, entre otros. Pero ¿cuál es la causa de todo esto?
El cambio climático, según Naciones Unidas1, hace referencia a los cambios a largo plazo de las temperaturas y los patrones climáticos. Aunque esta variación puede ser natural, la acción del hombre ha acelerado este proceso y en la actualidad la Tierra ya tiene un calentamiento superior al 1,1 °C en comparación a lo registrado a finales del siglo XIX. Lo cual nos enfrenta a una inevitable crisis climática.
Debido a esto, en abril de 2018 se ratificó el Acuerdo de París, dónde 196 naciones firmantes se comprometieron a tomar medidas para evitar que la temperatura continúe incrementando y supere los 2 grados, preferiblemente a 1,5 grados centígrados, en comparación con los niveles preindustriales. Colombia no se quedó atrás y en ese mismo año sancionó la Ley 1931, la cual brinda directrices para la gestión del cambio climático en nuestro país y, así, reducir la vulnerabilidad de la población y de los ecosistemas frente a los efectos del mismo.
Se necesitan urgentemente políticas de reducción de gases de efecto invernadero y nosotros tenemos la obligación de exigirle al gobierno que las implemente, pero la responsabilidad no solo recae en el gobierno, sino en las grandes corporaciones, nacionales e internacionales, quienes también tienen que adoptar acciones sustentables, puesto que estas son, las principales contaminantes del planeta, y obvio, en nuestra vida diaria también tenemos que comprometernos a mejorar nuestras prácticas cotidianas para ser más amigables con el planeta.
Desde la fabricación de un producto y la utilización de recursos naturales, hasta realizar nuestras actividades diarias conllevan emisiones de gases de efecto invernadero. Por ello, es necesario conocer nuestra huella de carbono, ya que esto nos permitirá tomar medidas para reducir el efecto que tenemos
en el ambiente.
Pequeñas acciones de muchos pueden causar un gran impacto que nos lleve a cumplir con el objetivo de ser carbono neutro. Por eso, apaga las luces que no estés usando, desconecta los cargadores y aparatos electrónicos, utiliza bombillas de bajo consumo, reduce y separa los residuos, utiliza recipientes reutilizables, no desperdicies el agua, adquiere productos
sostenibles, reduce el consumo de carne, evita utilizar bolsas de plástico, recicla, opta por medios de transporte sostenibles y lo más importante, incita a las personas que están a tu alrededor a implementar medidas amigables con el ambiente.