En diciembre del 2000, el entonces alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, a través del decreto 1098, hizo efectiva la consulta popular que invitó a los capitalinos a votar a favor o en contra del “Día sin carro”.
Esta iniciativa desde sus inicios buscaba impulsar una movilización más sostenible, donde los ciudadanos hicieran mayor uso del sistema de transporte público e implementaran otros medios de movilización como la bicicleta o las caminatas; logrando así una reducción de CO₂ en al ambiente, generada por los automóviles y motos.
Hoy, casi dos décadas después, el objetivo no ha sido el esperado. De acuerdo al portal web
Bogotá Cómo Vamos, el parque automotor de carros y motos viene creciendo de forma vertiginosa en la ciudad: entre 2008 y 2017, los vehículos particulares crecieron en un 95% y las motos, en un 228%. Por su parte, el parque automotor del transporte público apenas creció en un 13%.
Pese a estas cifras, el uso de la bicicleta incrementó notoriamente en la ciudad. Según una encuesta realizada por la Alcaldía de Bogotá, en la capital diariamente se hacen 880.367 viajes, en este medio de transporte. Incluso, los resultados muestran que diario se realizan 1.177.868 viajes en bicicleta de quienes habitan en los municipios aledaños a Bogotá.
Las grandes ciudades del país, cada vez son más ruidosas y contaminadas, y en gran medida se debe al uso indiscriminado de motos o vehículos.
Ahora bien, si hablamos de los combustibles que consumen los vehículos, estos son los responsables de casi la mitad de la contaminación ambiental y de un tercio de las emisiones de GEI. Según la secretaria de ambiente, en un día
sin carro, se logra reducir hasta un 51% de emisiones de CO₂ y hasta un 47% de las emisiones de material particulado PM2.5.
De esta manera, los beneficios de dejar el carro en casa por un día son significativos para el ambiente y la salud de las personas. Puesto que, contribuye a la lucha contra el cambio climático y aporta a la calidad del aire que se respira.